Ir al contenido principal

Hipocresía


Muy cerca de Santiago han fallecido 79 personas y 129 han resultado heridas al descarrilar un tren Alvia. Ésta es la única realidad inviolable, la noticia en sí. Todo lo demás son ganas de lanzar carnaza, de moldear el termómetro de la opinión pública, de captar audiencias para ganar dinero, de influir en los estados de sentimiento de los mortales, y de jactarse de papismo papal.



El accidente de tren en Santiago permite de nuevo a los medios y a los partidos políticos construir la realidad, encauzarla según sus intereses y activar un bucle con eterno retorno: los medios influyendo en los sentimientos de las masas, y éstas, que interpretan la realidad como la verdad total y absoluta, influyendo, a su vez, en los medios para continuar soltando el mismo lastre de siempre porque saben que sus gestos van a ser recogidos por las cámaras.

En medio de la tragedia, los medios y las masas tienen que buscar un culpable. Porque sin culpable no hay ira, y sin ira no hay sensacionalismo para que las historias que cuentan tengan tirón (tirón económico gracias a la publicidad). Se manipulan datos personales del maquinista para demonizarlo y que las masas, como en el antiguo coliseo, desciendan el pulgar hacia abajo y lo condenen.

En medio de la tragedia, los partidos políticos convocan farisaicos actos de condolencia para que los ciudadanos olviden la podredumbre que se cuece dentro de casa. En medio de la tragedia, las redes sociales volvían a mostrar la gran hipocresía de la era tecnológica: gente apresurada en dar el pésame a los afectados (a quienes nunca conocieron ni llegarán a conocer), y que, sin embargo, jamás se acerca a realizar el mismo gesto por el vecino del tercero.

Los medios establecen jerarquías a la hora de morir. Hay muertes que no tienen la misma importancia: no tiene la misma calidad la de los nueve fallecidos en el autobús de Ávila hace dos semanas que la de los 78 de Santiago, tal vez porque 78 son más que nueve y porque no es lo mismo morir en autobús que en tren. Cada día muere en España mucha gente y no colocamos crespones por ello. Es una falta de respeto por agravio comparativo.

Cuando termine todo este bucle, las familias de los afectados vivirán su particular soledad y tormento. Para entonces ya estaremos de nuevo con el barcenismo nuestro de cada día.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Salta la sorpresa en El Cerro de Andévalo: voto de castigo para el PSOE de Herófito Rodríguez

En varios círculos había escuchado que se avecinaba un voto de castigo sobre Herófito Rodríguez (PSOE El Cerro de Andévalo) por sus continuos cambios de siglas. Se comentaba, se rumoreaba eso. Ahora es una realidad. Los cerreños lo han castigado votando en mayoría al PP de Juan Manuel Borrero. Y no hay que olvidar la cantidad de votos nulos: ¡nada menos que 67!. Evidentemente, quien ganara, al sólo concurrir a los comicios dos partidos, lo haría por mayoría absoluta, y hasta 2011 el PP gobernará a su antojo en esta localidad. En el PSOE cerreño se dice que “el voto de castigo no ha sido para Herófito, sino para el pueblo, que lo va a pagar”. No creo que sea una forma bella de reconocer la derrota, pues si bien todo el mundo creía que ganarían los socialistas, también era normal prever que el voto se iba a bipolarizar en torno a dos sectores: los que se han llenado la barriga con Herófito, y los que han experimentado lo contrario. También es cierto que muchos votos de los antiguos miemb

Soledad de marzo

Solo hay silencio, un silencio que se derrite y desaparece. Y lo que queda es algo superior al silencio: soledad y desconcierto, soledad y desamparo, soledad y más soledad, sólo soledad deshabitada.

El Cerro, ¿población de origen judío? Balufo, ¿apellido de origen marrano?

Rescato el siguiente texto de la web de Enrique Baltanás 'Al margen de los días' , donde hace referencia a una procedencia judía de la población de El Cerro de Andévalo. Soprende también la expresión en la que dice que el apellido Balufo es de origen "marrano". Siguen los rescates de los diarios quemados: "Ayer Curro, un colega del Instituto, me contó la siguiente historia. Nació hará unos treinta y tantos años en El Cerro del Andévalo, un pueblito perdido de la provincia de Huelva. Un día estaba él estudiando en casa, mientras su madre veía la televisión. En ese momento, la televisión emitía un programa de cantos judíos, y entonces, su madre se puso a cantar esas mismas canciones que sonaban en el televisor. A veces decía, “no es así, sino así”. Mi amigo, sorprendido, le preguntó a su madre que cómo era que sabía esas canciones. “Pero, mamá, ¿tú sabes que esas canciones son canciones judías? ¿Cómo las sabes tú?”. La madre le contestó que no, que esas canciones