El martes madrugué para salir de viaje. Eran las 8.30 aproximadamente cuando me sucedió lo que nunca se espera que suceda en un pueblo tan pequeño. Tuve que dar un sinfín de vueltas por las calles para llegar con el vehículo hasta mi casa: la calleja de "El perro", cortada; la calle Encina, cortada; la calle El pozo, cortada momentáneamente por una obra. Empleé casi media hora en avanzar desde la avenida Constitución hasta la calle Ramón y Cajal.
Es por eso que hay veces que no entiendo las paradojas que suceden en un pueblo tan pequeño como El Cerro, donde apenas hay gente, y sin embargo existe, durante algunos momentos del día, una circulación y un tráfico tan intenso como el de cualquier ciudad.
Moraleja: ¡Se nota la ausencia de policías locales!
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