Encontrar no es fácil: quien busca no encuentra y quien espera suele aburrirse. Alguna vez, en una encrucijada de caminos se encontraron dos hombres. Uno de ellos, el que se dirigía hacia el Sur, dijo: "Busco la piedra filosofal". El otro, el que caminaba hacia el Norte, en cambio, buscaba el amor. Diez años más tarde ambos volvieron a coincidir en la misma encrucijada. El primero de ellos, al reconocerlo, no pudo ocultar su sorpresa: "¡He encontrado el amor!". Aún más perplejo, el segundo respondió: "¡Y yo la piedra filosofal!". Luego partieron e intercambiaron los caminos, pero desde entonces no han vuelto a verse las caras.
Muy cerca de Santiago han fallecido 79 personas y 129 han resultado heridas al descarrilar un tren Alvia. Ésta es la única realidad inviolable, la noticia en sí. Todo lo demás son ganas de lanzar carnaza, de moldear el termómetro de la opinión pública, de captar audiencias para ganar dinero, de influir en los estados de sentimiento de los mortales, y de jactarse de papismo papal. El accidente de tren en Santiago permite de nuevo a los medios y a los partidos políticos construir la realidad, encauzarla según sus intereses y activar un bucle con eterno retorno: los medios influyendo en los sentimientos de las masas, y éstas, que interpretan la realidad como la verdad total y absoluta, influyendo, a su vez, en los medios para continuar soltando el mismo lastre de siempre porque saben que sus gestos van a ser recogidos por las cámaras. En medio de la tragedia, los medios y las masas tienen que buscar un culpable. Porque sin culpable no hay ira, y sin ira no hay se...
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