He aquí la gran paradoja de la justicia española actual: la lentitud de los procesos colapsa los juzgados y ello permite, entre otros casos, que pederastas como Del Valle sigan en libertad. ¡No hay justicia para los vivos y Garzón se permite el lujo de juzgar a los muertos! Ver para creer.
Declaramos a Don Francisco Franco Bahamontes culpable por ordenar y ejecutar la eliminación sistemática de sus enemigos políticos entre 1936 y 1952. Queda, pues, condenado a cadena perpetua, claro está, la que estará cumpliendo ya en el infierno.
70 años después, Garzón quiere dictar sentencia, hacer justicia, una justicia simbólica para los muertos que vivieron sembrando el mal en España. Franco y sus secuaces van a ser juzgados no desde lo alto, sino desde lo bajo.
Como ya hice con respecto al accidente de Barajas del pasado 20 de agosto, vuelvo a reiterar mi postura: por mucha investigación y mucha justicia que se desee, ya nadie podrá devolver el casi medio millón de desaparecidos en los años convulsos de la Guerra Civil y su periodo anexo dictatorial. Por cierto, no sólo Franco y sus lacayos se convirtieron en criminales, el bando republicano también manchó sus manos de sangre (y que conste que soy detractor acérrimo del Franquismo y simpatizante de la República).
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