No me basta con la bondad, me persigue el tormento de la beldad. Tormento y éxtasis. Explosión y desgarro. Es ella, la belleza, me supera, me esclaviza. Aún soy esclavo de mi estética, de mis cánones, de mis prototipos, de mis paradigmas... ¿Por qué no conformarse con la bondad y la verdad? ¿Es posible aunar las tres virtudes? ¿Un nuevo Ícaro? El alma, atormentada.
La sal en la herida