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Mostrando entradas de febrero, 2009

La emoción de los jardines nevados de Versalles

5 de enero Fue, tal vez, el día que mayor ilusión (ilusión infantil) nos causó porque, en efecto, vimos y sentimos la nieve. Fuimos a ver el Palacio de Versalles, pero el lujo que prometía este colosal monumento se desvaneció cuando un guarda de seguridad nos informó que era lunes, y los lunes cierra el palacio sus puertas a los turistas. Pero no importó, porque el verde de los jardines de Versalles se convirtió en un blanco pulido y al mismo tiempo mullido. En la nieve, delante del Palacio de Versalles Nuestro primer contacto con la nieve fue en los andenes de la estación de tren. Allí dimos rienda suelta a los sueños de la infancia y comenzamos a lanzarnos copos de nieve. Para continuar con el ahorro, volvimos a almorzar en un McDonald, y hasta la caída del crepúsculo todo fue revolcarse por la nieve. No podíamos pasar la ocasión sin darnos el gustazo de realizar un muñeco de nieve (Andrés fue quien insistió; yo andaba un poco apático), y al final hicimos nacer a Versualdo, que así b

Monmartre, el alcázar de la Bohème

4 de enero Desestimado, de nuevo, el desayuno, marchamos a Monmartre. Almorzamos en una pizzería regentada por un iraní. Frente al Sagrado Corazón muchos jóvenes anónimos creaban ambiente con sus guitarras y sus voces a lo Jesucristo Superstar. Dentro de la colosal catedral nos sentamos en los bancos delanteros y una mujer muy farisea nos mandó a guardar silencio. Estaba en misa y repicando. En Monmartre, junto al Sagrado Corazón A la salida nos recreamos en el espacio Dalí, donde anónimos pintores creaban fabulosos retratos y caricaturizaban al que se prestaba. Más tarde nos dirigimos a la avenidad de la Lujuria, donde se hallan el Cine X, las Sex Shops y el encumbrado Moulin Rouge. Junto a Moulin Rouge Seguidamente nos clavaron 50 euros en Disneyland París, cuyo castillo es verdaderamente fantasioso. Al menos mereció la pena su contemplación, no tanto como la cabalgata con los personajes de este mundo animado. A su cierre volvimos al hotel y cenamos en una pizzería muy solitaria.