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Mostrando entradas de noviembre, 2011

Profesores buenos y alumnos malos y viceversa

Con los años, y la experiencia que otorgan los años, se llega a la conclusión de que el fracaso escolar no depende de que existan profesores buenos o malos (que, evidentemente, los ha habido, los hay y los seguirá habiendo). Los pedagogos se han empeñado en categorizarnos, pero hace unas décadas un alumno bueno era superior a sus circunstancias y demostraba sobrevivir con excelentes expedientes pese a la mala fortuna de un profesional nefasto. Yo, en mi época de estudiante, tuve que vivirlo. Lo que sucede en la actualidad es que, a diferencia de épocas anteriores, es obligatoria la enseñanza hasta los 16, y eso implica convivir con los que no quieren estudiar y actúan de manzana podrida que contagia al resto del aula. Puedo decir, a boca llena, que los repetidores de antes son más brillantes que los mejores alumnos de hoy (salvo ciertas excepciones, claro está). Y sucede que la postobligatoria (Bachillerato) se ha contagiado de la crisis. La escasa salida laboral, el fracaso escolar

Educación para el desarrollo

Desde el final de la Guerra Fría nadie discute que cuando Estados Unidos estornuda, Europa se resfría. Lo mismo sucede con África cuando Europa se constipa de una crisis mundial que va camino de superar, con creces, el crack del 29. Si bien en tiempos de bonanza la hambruna de África se había tratado como un tema colateral (no olvidemos el gran vacío informativo en Occidente en torno a los problemas de África), ahora que la epidemia del paro y el hundimiento de las bolsas se ha apoderado del Primer Mundo, imaginen qué comino puede importarnos. Mientras unos se mueren de hambre, otros se tiran de los pelos por los vaivenes de los especuladores. Como decía Rosa Montero, en efecto, es el fracaso del mundo. Ahora bien, la hambruna en África es un problema que sienta sus bases en factores de diversa índole: unos ajenos al hombre; otros provocados egoístamente por él. Entre los primeros figuran las idiosincrasias del clima. Como apunta José Carlos Rodríguez Soto en ‘En clave de