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Mostrando entradas de diciembre, 2008

Rabo de nube

Decía Silvio Rodríguez: Si me dijeran pide un deseo, preferiría un rabo de nube, un torbellino en el suelo y una gran ira que sube. Un barredor de tristezas, un aguacero en venganza que cuando escampe parezca nuestra esperanza. Si me dijeran pide un deseo, preferiría un rabo de nube, que se llevara lo feo y nos dejara el querube. Un barredor de tristezas, un aguacero en venganza que cuando escampe parezca nuestra esperanza. El rabo de nube es el fin de la tormenta, que irrumpe y destroza todo lo que encuentra a su paso, limpiando, también, las impurezas de todo aquello que sabía a odres viejos. Ese rabo de nube es, efectivamente, un torbellino en el suelo, una gran ira que sube, un aguacero en venganza que barre tristezas. Luego, tras la tempestad llega la calma, escampa y vuelven las esperanzas de comenzar a vivir. En definitiva, es un rabo de nube que se lleva lo feo y nos deja el querube, es decir, lo puro y lo virginal. 2008, ya a punto de concluir, ha significado lo mismo para m

El peso de los hábitos

El peso de los hábitos adquiridos a lo largo de los últimos ocho años va a ser (está siendo ya, sin duda) el último escollo en salvar antes de que el nuevo “yo” haya sido construido hasta llegar a la línea emocional regular que proporcione la estabilidad requerida. Pero me temo que va a ser tarea ardua. Estos días me atiborro de incesante actividad, trato de eludir la soledad de tal forma que el intelecto no trabaje a tantas revoluciones por minuto construyendo, a su paso, mundos siniestros y, lo más importante, que no fije su blanco en el pasado más inmediato, porque ello conduciría a la depresión. Aun así, el cuerpo necesita descanso, pero cuando cesa la actividad, de súbito vuelve a aparecer la delgada línea roja y la maquinaria mental vuelve a funcionar. Es difícil pasar página después de tantos años de comunión con sentimientos tan puros... Y comienzo a pensar que hay que soportar, aguantar estos azotes estoicamente, como el árbol y la piedra de Rubén Darío en ‘Lo fatal’: “Dichoso

Oda a la locura: siempre nos quedará Palma del Río

Fieles, amigos, hermanos, lectores... LEAN HASTA EL FINAL LO QUE LES EXPONGO A CONTINUACIÓN. Ésta es, tal vez, la entrada más importante de cuantas he publicado en esta web desde que nació. El texto que voy a publicar a continuación debería haber salido a la luz a mediados de mayo, pero por caprichos del destino o algún traspapelamiento eventual no cumplió su cometido por entonces. Su autor es Miguel Ángel Barea, compañero de trabajo durante el curso académico pasado, profesor de Historia y amigo donde los haya. Él lo compuso, pero en realidad es obra de muchos hermanos más: Antonio Soto, Sergio López, Manuel Jiménez... todo el profesorado del IES Antonio Gala de Palma del Río (Córdoba), ciudad donde nació a lo largo de siete meses el nuevo yo de este periodista irreverente, un servidor, arrodillado durante años a la cerrazón de lo puramente local y a las ruedas de molino del micromundo asimilado. En Palma del Río, por primera vez y de forma explícita y sincera, conocí la pureza de la

Memento Mori, pasen y vean

Os presento la nueva bitácora de mi compañero y amigo Miguel Ángel, profesor de Historia en la Enseñanza Secundaria, hombre de elevada cultura y un sentido del humor bastante personal. Experimentado hermano donde los haya, y con enorme sabiduría espiritual y al mismo tiempo mundana, acaba de publicar 'Memento Mori' , un diario de reflexiones sobre los sentimientos humanos que nos afloran a lo largo de nuestras diversas etapas vitales. Sevillano, de 35 años, licenciado en Geografía e Historia y docente desde hace varios años, es un romántico en vías de extinción. Tengo el honor de estar entre sus amistades más cercanas, y les aseguro que el coloquio con él es del todo aleccionador. Pasen y vean, les animo a seguir sus entradas a diario. Detrás de sus comentarios personales, tal vez superficiales, se esconde todo un mundo de ironía y verdades al destape. Sin más éste es el enlace: MEMENTO MORI

Abismo y encrucijada

Cuando en tu corazón empiezas a entender que no hay regreso posible. Que hay ciertas cosas que el tiempo no puede curar. Que algunos dolores demasiados profundos dejan cicatriz... ¿Cómo retomar el hilo de toda una vida? ¿Cómo continuar?