Oda a la locura: siempre nos quedará Palma del Río

Fieles, amigos, hermanos, lectores... LEAN HASTA EL FINAL LO QUE LES EXPONGO A CONTINUACIÓN. Ésta es, tal vez, la entrada más importante de cuantas he publicado en esta web desde que nació.

El texto que voy a publicar a continuación debería haber salido a la luz a mediados de mayo, pero por caprichos del destino o algún traspapelamiento eventual no cumplió su cometido por entonces. Su autor es Miguel Ángel Barea, compañero de trabajo durante el curso académico pasado, profesor de Historia y amigo donde los haya. Él lo compuso, pero en realidad es obra de muchos hermanos más: Antonio Soto, Sergio López, Manuel Jiménez... todo el profesorado del IES Antonio Gala de Palma del Río (Córdoba), ciudad donde nació a lo largo de siete meses el nuevo yo de este periodista irreverente, un servidor, arrodillado durante años a la cerrazón de lo puramente local y a las ruedas de molino del micromundo asimilado.

En Palma del Río, por primera vez y de forma explícita y sincera, conocí la pureza de la amistad, la confianza en los demás, de los demás y en uno mismo. En Palma del Río se tambalearon hasta hacerse añicos varios conceptos completamente arraigados en mí: el concepto del amor, el de las relaciones humanas, el de los pueblos y las ciudades, el de los hombres y las mujeres, el de la amistad, el del trabajo... Asesiné, aunque no de forma consciente e intencionada, mi viejo yo para que naciera el actual. Y así llegaron dos rupturas muy dolorosas pero necesarias para que el vino nuevo no cayera en odres viejos. Terminaron ocho años de periodismo irreverente (el título del blog ya sólo hace mención honorífica a los viejos tiempos) y terminaron ocho años de intenso amor con mi pareja, ocho años de intenso aprendizaje y de progresiva carrera hacia la madurez que todos seguimos desde un principio. Se preguntarán por qué terminaron ocho años de periodismo irreverente y, lo más sorprendente, de "intenso amor", pero las respuestas pertenecen, como comprenderán, al terreno de lo privado. En cualquier caso, el periodismo ha dejado paso a la docencia, y un amor ha dejado paso a un tiempo de sosiego y preparación para nuevos amores en el futuro.

Tal vez la serpiente debió abandonar la piel antigua algunos años antes, pero entonces no confluyeron los ingredientes necesarios para que ello sucediera (tal vez por temor a lo desconocido, quizá por falta de confianza o autoestima). Por eso, Palma del Río, más concretamente el colectivo de profesores y alumnos, se convirtieron en la chispa que culminó este proceso. Emulando algunas frases del cine podría decir que "después de Palma, ya no será nada igual", o que "siempre quedará Palma del Río", como siempre quedó París para Ilsa y Rick en Casablanca.

Es cierto que esta nueva etapa, o este nuevo yo, están aún en fase de construcción, pero como todo en esta vida, es cuestión de irse acostumbrando. No es fácil nacer de nuevo, pero si no lo hiciéramos continuaríamos anquilosados en el pasado, un pasado, en verdad, que no conducía a un futuro prometedor.

Sin más, éste es el texto que debió ser leído y escuchado a mitad de mayo.

ODA A LA LOCURA (... bendita sea, por otra parte)

In illo tempore, cuando los días se hacían eternos y la desidia ocupaba nuestros corazones, viniste tú, conspicuo irreverente donde los haya, a alegrarnos los momentos vacuos de nuestra vil y decadente existencia.

Allá y acullá, allende y aquende, dentro y fuera de nuestro “micromundo” laboral, fuiste capaz de transmitirnos tu optimismo vital, tu verbo ligero y lleno de matices, la palabra exacta en el momento preciso, la poesía al viento cuando más era necesaria, el abrazo tierno de la persona pura, el guiño ocurrente en un momento recurrente, el brindis asertivo en la charla amigable… ¡Qué será de nosotros ahora!

¡Ay de ti, periodista sin periódico, maestro sin maestría, onubense chirigotero, picaflor sin remedio, amante empedernido, conversador incansable, caballero de la palabra, amigo de todos/as! ¿Qué rumbo seguirá tu vida a partir de ahora? En todo caso piensa que, como suele suceder, incluso en las horas malditas en que la Parca viene a darnos su frío abrazo y a recordarnos que somos puro polvo, los que verdaderamente sufren son los que quedan aquí, solos, sin luz ni guía, con la más profunda de las desdichas, con los corazones rotos por una pérdida irreparable que, aunque no eterna, sí irremplazable en nuestras almas.

Nosotros, los miembros permanentes del Equipo Técnico de Coordinación Asertiva (E.T.C.A.), al que tú fuiste capaz de dar cuerpo y vida en una tarde cualquiera de un mes cualquiera de un año cualquiera (¡qué tiempos aquellos cuando cualquier pequeño momento se convertía en un deseo irrefrenable de beber la vida a sorbos cortos y largos, cual cubata garrafonero que se precie!), y yo mismo como Capellán del citado grupo, no podemos menos que, ante la obligada marcha de nuestro Director fundador, obligarnos a mantener los principios y la esencia para el cual fue creado dicho Equipo, que no es otra que el de “propagar la coordinabilidad coordinable dentro de la coordinación coordinativa de la asertividad asertiva, y todo ello dentro de un marco coordinable y asertivo donde todos caminemos de la mano hacia un futuro mejor” (y más asertivo, se entiende). Así lo prometemos y así lo cumpliremos mientras tú estés ausente.

No nos queda más que pedir a todos los compañeros/as (¡qué asertivos somos, pardiez!) que se unan a nosotros en una oración, letanía o similar (según la creencia de cada uno, que en tolerancia y talante no nos pueden echar el guante) para que tu futuro sea claro y límpido como las pupilas de tu amada, que los hados te sean favorables y te concedan todos los deseos que tú, en tu infinita bondad, bien merecidos tienes, porque como decía un poeta libanés de cuyo nombre no puedo acordarme (bueno, sí me acuerdo pero no sé escribirlo, es lo que hay): “Los anhelos puros siempre son recompensados” (o algo así, tú sabrás disculparme pero lo mío no es la poesía), y en eso, amigo mío, no hay quien te gane.

Dios te guarde, amigo, hermano…

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Ésta era la visión que causé tras mi paso por Palma del Río.

Gracias a todos mis amigos, mis hermanos... por contribuir a este nacimiento.