Un trozo de carne bautizado llamado Breivik asesinó hace un año a 77 personas en Noruega y hoy se le condena a 21 años en una cárcel donde dispondrá de ordenador, internet, habitación propia, gimnasio, servicio de comidas... Piensen lo que quieran, pero yo, si fuera uno de esos pobres hambrientos y desarrapados que comienzan a multiplicarse por la crisis, lo primero que haría sería matar no a 77 personas, sino a 177. Tal vez así me aseguraría ya mi pensión y senectud protegido en un techo, y tal vez con jacuzzi, monitor en el gimnasio, biblioteca y camarero particular. ¡Cuánta imbecilidad habita en este mundo del Señor!
La sal en la herida