Hace unas semanas tuve que tragarme un reality show en el que una joven, tras recuperarse de un accidente de tráfico, había perdido la memoria y tenía que asistir lentamente a la recuperación de su vida anterior. La experiencia fue traumática porque se descubrió a sí misma bajo el prisma de la neutralidad que supone la autoevaluación sin prejuicios o desprovista de subjetividad. La chica descubrió que era un verdadero monstruo: engañaba a su marido con el marido de su mejor amiga y era odiada por sus compañeros de trabajo debido a su carácter autoritario y repelente. Como digo, la joven fue descubriéndose a sí misma, fue conociendo su propio yo como si fuera el de una persona ajena y llegó a la conclusión de que se había convertido en un ser repugnante y abominable. Fue el primer paso para pedir disculpas a todos y solicitarles su comprensión ahora que iba a comenzar su vida partiendo desde cero. En realidad había nacido de nuevo: nunca un accidente de tráfico grave fue tan beneficioso para alguien. Ya se sabe, no hay mal que por bien no venga.
Me pregunto a cuántos no les vendría bien hoy sufrir un accidente (no forzosamente de tráfico). Entiéndase por accidente todo suceso que implique un lavado de cerebro y un nuevo nacer al mundo, con una mirada virginal y desprovista de prejuicios. Entre ellos, hoy quiero acordarme de quienes vienen implorando un chocazo de meollo contra el suelo:
1) Mariano Rajoy: por erigirse como el factótum de Merkel y Bruselas y, por ende, convertirse en el responsable primero de tanto sufrimiento para tantos y tantos españoles de hoy.
2) De Guindos y Montoro: por ser los peleles de turno que pasarán a la historia por sumir al país en una nueva etapa de pobreza, llanto y sufrimiento.
3) Ruiz Gallardón: por ser el artífice del sufrimiento de tantas mujeres y criaturas en el futuro.
4) José Ignacio Wert: por defender una sociedad como la de 1984 (Orwell) o Farenheit 451 (Ray Bradbury).
5) Andrea Fabra: por ser una hija de la grandísima... Fabra.
6) Ana Mato: por su política neonazi que permite despiadadamente la muerte por abandono de los ciudadanos en hospitales y los inmigrantes en las calles.
Si todos ellos, y muchos más, pudieran contemplarse a sí mismos con la misma mirada de aquella joven del accidente, se derrumbarían de horror al contemplar que se han convertido en monstruos vestidos con chaqueta y corbata.
Demasiado pocos accidentes se producen hoy en las carreteras, y eso que la DGT trata de reducirlos.
Hola José Domingo, cuanto tiempo!! Me alegra saber que sigues dando vida a este blog. Se te echaba de menos ultimamente, jejejej, aunque ya se que esto de actualizar una bitácora a veces se convierte en un suplicio por falta de tiempo.
ResponderEliminarEspero que todo te vaya a la perfección, que ya es mucho pedir tal y como están las cosas.
Y sí, una pena que nuestro país siga en un callejón sin salida del que nadie parece saber o poder sacarnos. Un abrazo amigo!!
Hola, Antonio, me alegro de que al cabo de tanto tiempo sigas ahí. Eres un incondicional, sin duda. Y eso te engrandece. Después de tanto tiempo sin valorar la actualidad, creo que es necesario volver a ejercer, aunque sea ya desde otra perspectiva, el periodismo (lo añoraba ya).
ResponderEliminarTodo me va fenomenal. Vivo una etapa bastante dulce y prometedora, no puedo quejarme. ¿Y tú, dónde estás trabajando ahora? ¿Qué tal te va a ti? Un abrazo.