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Mostrando entradas de abril, 2013

Necios en el ambiente

Se respira en el ambiente, vivimos rodeados de imbéciles, no son tantos, pero sus presencias en los ámbitos decisorios, en la vida pública, en los medios de comunicación, en la vida política y religiosa… permite que el desánimo y la indignación se apoderen del resto de los mortales sumiéndolos en una resignada actitud de impotencia, de querer y no poder hacer mucho por desalojar de la esfera pública a quienes con sus palabras, hechos y actitudes, se encargan de encender la ira o desatar el colmo de los colmos. Uno se pregunta cómo este sistema ha permitido elevarse a los espacios de poder a tantos necios en una misma coyuntura. Cómo hemos permitido, verbigracia, investir como ministra a una señora que denomina “movilidad exterior” a la marcha de jóvenes al extranjero para buscar el empleo que ella misma es incapaz de fomentar en el país. Cómo hemos permitido investir como diputado a un neofranquista que establece similitudes entre Etiopía y Andalucía, respa

Tercer premio de relato corto

De nuevo, por segundo año consecutivo, me complace anunciar que he vuelto a ganar el tercer premio de relato corto en el 'Memorial Rosario Martín Villa de Marchena'. Orgulloso de estar entre los tres mejores en un certamen cada vez con mayor nivel de participación y calidad literaria.

El español, el inglés y el catalán

Según el Instituto Cervantes, el idioma español es la segunda lengua más hablada del mundo, por encima incluso del inglés. Además es también el segundo idioma de comunicación internacional, en este caso por debajo del inglés. Y lo mismo sucede en internet y las redes sociales, nuestra lengua es la segunda en todo el planeta. El chino mandarín es la primera puesto que la tasa de natalidad china es descomunal, pero su presencia en la comunicación internacional no es notable. De esta manera llegamos a la conclusión de que las dos lenguas vehiculares para la comunicación mundial son el inglés (sin duda alguna) y el español. El bilingüismo anglo-hispano, por tanto, se sitúa como un requisito crucial para la educación y para la formación profesional de los ciudadanos a la hora de lograr el éxito laboral, más aun en los tiempos que corren. Pero en España los índices de bilingüismo son nefastos. El sistema no brinda las mejores herramientas para que los españoles p

Lo natural y lo políticamente correcto

Hay actitudes, estados de pensamiento o actuaciones que se encuentran muy arraigados en nuestra esencia como seres humanos y, sin embargo, de puertas para afuera nos rasgamos las vestiduras para practicar una eterna e hipócrita condena. Lo natural se confunde a menudo con lo políticamente correcto en un ejercicio de fariseísmo que heredamos de la misma tradición judeo-cristiana que hemos mamado. Y fruto de esa perspectiva cristiana, de esa transmutación de valores que denunciaba Nietzsche, nos consolamos creyéndonos aspirantes al divino amor o a la divina iluminación, y sin embargo, en realidad, luchamos a diario contra nuestra genética espiritual, desagarrándonos el alma, porque amar a los enemigos o perdonar a quienes nos ultrajan es un ejercicio de autoflagelación para una sociedad humana como la occidental, deseducada constantemente en el propósito de la bondad incondicional. No nos llamemos a engaño, lo natural no es considerarnos todos iguales. Lo nat

El dinero y la picaresca

No hace muy poco, en un reportaje de televisión, un empresario de la alta hostelería española anunciaba, como el que oye llover, que el menú más barato de su restaurante costaba 175 euros. La afirmación me hizo recordar de nuevo que lo inquietante de las monstruosidades del capitalismo no es que haya quien pueda abonar un almuerzo que ronde los 200 euros, o tal vez una noche de hotel por 500, o degustar un vino selecto cuya botella se eleva a los 1.000 euros. Lo más preocupante es que si todo esto sucede es porque hay personas que se lo pueden permitir. Y si hay alguien en el mundo que pueda pagar con cierta regularidad 500 euros por dormir una noche en un hotel es porque esa persona, o bien la empresa para la que trabaja, o tal vez ambas a la vez, estén “robando legalmente”. Así sucedió con el boom inmobiliario: lo que ahora cuesta 100 antes valía 1.000, y esos 900 de plusvalía han permitido y aún siguen permitiendo a muchos pagar un vino a 1.000 euros y a otros me