Desde el final de la Guerra Fría nadie discute que cuando Estados Unidos estornuda, Europa se resfría. Lo mismo sucede con África cuando Europa se constipa de una crisis mundial que va camino de superar, con creces, el crack del 29. Si bien en tiempos de bonanza la hambruna de África se había tratado como un tema colateral (no olvidemos el gran vacío informativo en Occidente en torno a los problemas de África), ahora que la epidemia del paro y el hundimiento de las bolsas se ha apoderado del Primer Mundo, imaginen qué comino puede importarnos. Mientras unos se mueren de hambre, otros se tiran de los pelos por los vaivenes de los especuladores. Como decía Rosa Montero, en efecto, es el fracaso del mundo.
Ahora bien, la hambruna en África es un problema que sienta sus bases en factores de diversa índole: unos ajenos al hombre; otros provocados egoístamente por él. Entre los primeros figuran las idiosincrasias del clima. Como apunta José Carlos Rodríguez Soto en ‘En clave de África’ (www.periodistadigital.com), “en el caso de Somalia está claro que el origen de este desastre hay que buscarlo en la durísima sequía que asola esta región desde hace años. Y las cosas se agravan con el estado de guerra que se vive en el sur del país, donde los rebeldes islamistas de Al Shabab no permiten la entrada a las agencias humanitarias y además niegan que haya hambruna”. No obstante, el origen de esta terrible situación obedece a causas del pasado: el imperialismo del siglo XIX, que supuso el reparto de África en Europa y el pisoteo de las formas tradicionales de agricultura y pastoreo. Mario Vargas Llosa, en su última novela, El sueño del celta, da buena cuenta de ellos cuando narra sin tabúes la bestial explotación del caucho en el Congo belga.
Pero la erradicación de la hambruna en Somalia, en África, en el Tercer Mundo... no pasa por alimentar bocas cada vez que saltan las alarmas. Como todo en esta vida, la solución parte de la Educación. Educación para cambiar el sistema de pensamiento y hacer saltar la chispa que desde el año pasado ha brotado en los países orientales (Egipto, Libia, Túnez...); educación para dotar a los africanos de un sistema propio de subsistencia. Ellos no necesitan alimentos digeridos, necesitan más bien instrumentos, herramientas, métodos para construir un futuro más alentador.
La naturaleza intenta seguir su cauce natural, es el hombre el que coloca el obstáculo
ResponderEliminarSí, ya lo sabíamos.
ResponderEliminarA veces se saben las cosas, hablamos de pobreza, de política,de educacion, pero no llegamos a entenderlas, a sentirlas, a hacerlas nuestras. No se trata de repetir lo que ya sabemos, se trata de pararnos a digerirlas. Es la única forma de empezar, de alguna manera, a ayudar.
ResponderEliminarEn ese caso debo felicitarle. Por lo que dice usted ya lo ha digerido... tanto que actualmente está ayudando a combatir el problema. ¿De qué manera lo hace? Muéstrenos, si es tan amable, cuál es su modus operandi.
ResponderEliminarSiento mucho que mis palabras hayan sido interpretadas de esa manera. No he pretendido en ningún momento atacar, ni decir lo que hay que pensar o hacer. Me pareció un texto muy interesante, por ello comenté, solo exprese lo que sentí al leerlo. Me sobrecogió la imagen, soy madre y le doy el pecho a mi hijo de casi tres años. Por ello recibo muchísimas críticas. De ahí mi comentario. Pienso que el ser humano destruye, y que pocos somos conscientes de esa destrucción. No tengo ningún modus operandi. Mi mejor forma de ayudar creo que es a través de mi trabajo, educando ( me dedico también a la docencia). He mostrado mi desacuerdo contra el mundo, contra aquellos que no piensan así, en ningún momento contra el autor del texto, sobre el que pienso que lo ha expuesto de una manera muy acertada. En fin, vuelvo a decir que siento mucho la confusión.
ResponderEliminar"Soy madre y le doy el pecho a mi hijo de casi tres años. Por ello recibo muchísimas críticas". Tal y como están expresadas estas oraciones se da a entender que ha recibido muchas críticas por dar el pecho a su hijo de tres meses. ¿Es eso cierto?
ResponderEliminarPor otro lado, queda claro que su intención no es la de atacar (y menos al autor del texto, vaya disparate sería ese en un tema tan evidente como este). Eso si lo he interpretado claramente. Como claramente se ha entendido y sabemos que el ser humano destruye, por eso decía que se sabía. Y no hay que lamentar la confusión, pues no la ha habido. Sólo entendí que usted participaba en algún programa de ayuda al Tercer Mundo cuando dijo lo de "es la única forma de empezar, de alguna manera, a ayudar".
Por lo demás le quedo totalmente agradecido por su participación, faltaría más. Bueno sí faltaría algo: conocer su identidad, pues a lo mejor la conozco de algo. O tal vez no.
Gracias por participar, y disculpas si mis comentarios también han llevado a confusión.
Respecto a su pregunta, le respondo que sí he recibido muchas críticas por dar el pecho a mi hijo de casi tres años. Y sin querer desviarme del tema, esa imagen de un hijo intentando alimentarse de su madre, que creo que a muy pocas personas no enternecería, me hace reflexionar. Por un lado, a todos o casi todos, nos sobrecoge, pero por otro lado hay una gran parte de la sociedad que condena la idea de que una madre le de el pecho a su hijo (por lo visto eso es malcriar). ¿Cómo podemos querer ayudar a los que más lo necesitan si nuestras mentes están llenas de ideas semejantes? ¿Cómo puede enternecer algo que se condena por la calle? Cuánta educación hace falta. Ésa es la base de todo.
ResponderEliminarMe alegro de que todo se haya aclarado. Y bueno, tal vez nos conozcamos, en esta profesión ya se sabe...