Aspectos dialógicos, lingüísticos y otros pareceres acerca del Pleno del ayuntamiento y mis opiniones políticas

Sinceramente, me ha sorprendido bastante el modo en que los turnos de palabra se organizaron en el Pleno del ayuntamiento del pasado jueves. He asistido a muchos plenos, y en aquéllos las intervenciones no se interrumpían tanto con opiniones y pareceres como he observado en este último.

He notado un lenguaje demasiado coloquial y a veces chabacano en las declaraciones de algunos concejales. Por otro lado, es cierto que el alcalde salía al paso de cualquier declaración con la que no estaba de acuerdo. Me pareció este pleno más un debate en cualquier bar del pueblo que una sesión política de representantes municipales. También estoy de acuerdo en que los concejales del PP deben intervenir y replicar con argumentos la tarea de fiscalización de la oposición. Observé al alcalde muy sólo en su tarea de respuesta.

Algunos de mis lectores requieren mi opinión sobre la política cerreña actual, pero he de decir que mi opinión más mordaz sobre el equipo de gobierno y sobre la oposición, que también la tengo, me la reservo hasta el nuevo retorno de LA VILLA (y en aún así lo meditaré mejor).

Ahora pienso más en la docencia, en las clases del instituto y en la literatura. Es una etapa de descanso periodístico, ya lo indiqué en mi última columna de opinión en LA VILLA. De momento no tengo necesidad de enemistarme con nadie más, porque, en este pueblo, como en otros tantos, no se tolera el ejercicio democrático de la libertad de opinión. Si lo haces lo pagas con la retirada de la palabra y la amistad. Ya dije que por ejercer con libertad mi profesión en la etapa anterior algunos dejaron de mirarme.

Por eso ahora, como digo, no tengo necesidad de enemistarme, o mejor escrito, de que nadie se enemiste conmigo, y menos teniendo en cuenta que entre los concejales hay personas con las que, al margen de sus capacidades o incapacidades políticas, guardo amistad. Personas como Herófito Rodríguez, Juan Manuel Borrero, Pedro Romero Gil o Pedro Fernández (el de Gaspar). Sería para mí muy fácil escudarme en el anonimato y soltar la tralla, pero hoy estoy sopeso si merece la pena perder la amistad por unos comentarios en esta web que, al fin y al cabo, no es una tarea profesional, sino un modo de publicar una miscelánea de cosas que no tienen por que referirse siempre al dichoso comentario político.

Reconozco que estoy un poco quemado de la crónica política, aunque siempre haya alguna que otra alusión de vez en cuando. Pero como ya he dicho, ahora el periodismo queda en segundo plano en favor de la docencia y la literatura. Sé que en el futuro ambas profesiones se alternarán, pero de la misma manera que me dediqué con entrega y valentía a la primera, ahora haré lo mismo con la segunda. Y más adelante gozarán ambas del mismo oficio.

Espero que respeten mi, momentanea, repito: momentanea, decisión.