Esta extraña mentalidad sistemática de la mayoría –que no minoría– de los españoles a basar sus decisiones en el mecanicismo de la bipolaridad, es el mal de nuestro tiempo. Encorsetados por el “on” y el “off”, el blanco y negro, esa lucha de contrarios que nos obceca en los extremos sin atisbar la escala de grises que reclama su valor en el término medio aristotélico, nos sume en el presente de un país cuyos ciudadanos cosechan lo que merecen. En este país somos de izquierdas o derechas, del PSOE o del PP, del Madrid o del Barça. En este país, castigar los errores socialistas es equivalente a ascender al poder a los populares, y viceversa, tanto monta, monta tanto, corrupción en cada bando. No logro entender en qué pensaban los diez millones de españoles que votaron a la derecha en 2011, ¿acaso no fue ese partido el que nos metió en una guerra, la de Irak, pese a que el 95% de la opinión pública lo rechazaba?, ¿acaso esa participación en Irak no desembocó en los at...
La sal en la herida